Contra todo, contra la gente, contra diez años de espera. Contra el sentido común, contra cinco testigos directos, contra más de cien indirectos. Contra la esperanza, contra la necesidad de cerrar las heridas. Contra los pronósticos, contra la justicia.
El fallo que absolvió a los 13 acusados en el juicio por la desaparición de Marita Verón fue en contra de todos y de todo. Porque ya hace más de diez años que Marita falta de su casa. Que su hija no la tiene, y que su madre no la escucha llegar.
El tribunal penal de la provincia de Tucumán dijo que no había suficientes pruebas para condenar a los acusados. Y no condenó a ninguno de ellos. Porque no tuvo en cuenta muchos de los testimonios. Cinco testigos vieron Marita en los prostíbulos, aunque lógicamente ninguna lo vio cuando era secuestrada. Pero tampoco fueron procesados por pertenecer a una red de tratas y prostíbulos. Todo pasó como si nada.
La madre de Marita, una mujer valiente que asumió la búsqueda de su hija y de justicia para su hija como una modalidad de vida, sigue sin respuestas. Aunque se pudo esclarecer que había quedado atrapa en una red de prostitución. Pero eso es nada, ella ya lo sabía. Lo que buscaba era una respuesta, una condena, una explicación y un responsable. Algo que le permitiera pasar la página.
Indicios, presunciones pero pocas pruebas, según los jueces. O no contundentes. O muy politizadas. Lo que sea, la cosa no anduvo ni cerca de lo que podría estar. Hubo testigos que declararon haberla visto en burdeles de La Rioja. Otra testigo, que estuvo cautiva de una red de prostitución durante ocho años, declaró haber visto cuando una de las acusadas pagaba por Marita e identificó a siete de los trece testigos. Hubo pruebas sobre la complicidad de la policía riojana. También estaba probado que los acusados captaban mujeres para hacerlas trabajar en prostíbulos. Pero los trece fueron absueltos. Hasta la lectura del fallo por parte de una asistente o secretaria del tribunal tuvo hasta una demostración de vergüenza por lo que tenía que comunicar. En un momento de su lectura, se detuvo hasta con un gesto de pedir perdón.
No hay consuelo para la madre de Marita Verón. No puede entender cómo los jueces entienden que hay falta de pruebas cuando hubo más de cien testigos que declararon, como si fuera posible que se pongan de acuerdo en qué decir. No hay consuelo para todos lo que han seguido el juicio y quieren que los delincuentes paguen por sus delitos. Pero esta vez no será. De nuevo.
jueves, 13 de diciembre de 2012
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