jueves, 20 de diciembre de 2012

21-12-2012 ¿se viene el final?

Parecería que el calendario maya sería
el antecesor de nuestra ruleta,
 pero muy mal interpretado

Años y años, generaciones más generaciones, alimentando el mito del día final de nuestro conocido mundo parecen llegar al verdadero final, hablamos de la creencia. Parece que este viernes se verá ciertamente si había algo de verdad en la idea de que todo se termina (al fin, diría Soulé).
La cultura occidental tiene esa cosa de extremar, de llevar todo a los límites, y todos los occidentales tendemos a comprar las exageraciones. La interpretación de los escritos mayas por parte de los especialistas en aquella cultura llevaron a que nos formemos - o nos formen - una idea de una posible aunque remota culminación de la forma de vida que conocemos.
Los mayas señalaron al 21 de diciembre de 2012 del calendario occidental como el día siguiente al del final de una era, más precisamente, del decimotercer batkun que es una especie de etapa - cada batkun comprende 20 katunes, que a su vez tienen 20 de nuestros años - y la última en su mecánica de contar el tiempo. Una era de 1.872.000 días, algo así como 5128 años y muchos días más.
En el Uritorco especulaban con una
entrada accesible con consumisión
incluida. No pudo ser.
Quién sabe por qué algunos comprendieron que podría ser el fin del mundo, pero pegó en la gente y se difundió al punto que hoy hasta hay muchas, muchísimas personas que han decidido pasar ese día en lugares particulares esperando el momento histórico. Un poco ambicioso si nos ponemos a pensar en la larga historia del planeta. Si hasta cerraron el cerro Uritorco, el de la provincia de Córdoba para que no se llene de fanáticos del día final. 

Justamente, ya es demasiado pretencioso para las generaciones que están vivas en este momento creer que pueden ser actores del fin del mundo. El solo hecho de considerar la trascendencia de la participación del hombre en la historia del planeta es tan improbable que podamos presenciar el final como que tengamos la suerte de cruzarnos con algún otro ser extraterrestre en algún momento de nuestras vidas. Para que se den una idea, si la vida de la tierra fuera una línea de tiempo que uniera Rosario con Buenos Aires, de 300 km aproximadamente, el hombre aparecería solo en el último centímetro. Es decir, nada. Entonces, ¿qué puede hacernos pensar que podemos presenciar el gran desastre? ¿Por qué creemos que nos podría tocar ese momento único? Como ganarse la lotería pero durante 50 años seguidos. Puede pasar pero cuánta suerte hay que tener.
Un obispo del sur habría pedido a sus fieles
donaciones antes del final a cambio de una
oración eterna. Que cara, Sr. Obispo!
Claro que seríamos privilegiados si esa suerte nos tocara. Justo nosotros veríamos el último capítulo. Muy difícil es imaginar el final para todos. Seguramente debería ser una situación aterradora, como un gran tsunami. O una impresionante avanlacha de lodo que cubriría todo lo que uno puede imaginar. También podría reventarnos un exhuberante meteorito, que al explotar sacudiera el curso de la tierra para cambiar la órbita y generar un caos descomunal en toda la vida sobre el planeta. Los mares cambiarían radicalmente sus corrientes y habría subidas y bajadas de mareas de maneras completamente imprevistas. Y hasta la corteza terrestre se modificaría. Y sí, todos nosotros quedaríamos pulverizados, como les pasó a los dinosaurios. Lo que pasa es que tenemos esa cosa de creernos el centro del universo y hoy hay mucha gente que tiene la cabeza en cualquier lado aferrándose a cualquier versión que pueda escuchar por ahí.
Por ahora, el fin del mundo el fin del
mundo tiene un solo beneficiario: las
promociones en los comercios.
Demás está decir que si tenés la suerte de estar leyendo estas líneas también todos tuvimos la suerte de que las ideas de los mayas hayan sido mal interpretadas. Mal difundidas. Afortunadamente. Porque todavía nos quedan un montón de cosas por hacer, digamos, antes de que se termine nuestra forma de vida. Y no nos referimos a dar la vuelta al mundo, tener una pareja de color, plantar un árbol, no. Se trata de las cosas que nos tocan como seres humanos. Y acá es donde van todas esas expresiones de bien común que los políticos manejan al dedillo y que nunca cumplen.
El sábado ya es 22 de diciembre, el día después podríamos llamarlo, y por delante solo tenemos la navidad y varios días de descanso. Algo que nos vendrá muy bien para calmar tanta ansiedad por el fin del mundo. Felicidades!

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