jueves, 19 de julio de 2012

Trip Tour: de safari en safari!


Dentro de los viajes existe una parte muy interesante que se trata de conocer las faunas autóctonas. Elefantes, tigres, cocodrilos, monos y demás animales son atractivos según como se los mire y desde donde.
Como los departamentos premium,
la unidad tenía venitlacíón cruzada.
Mi primera experiencia en el descubrimiento de la vida silvestre fue en Sudáfrica, más precisamente en el Kruger Park. Como siempre, mis incursiones son de presupuesto bajo y por lo tanto la contratación del paquete turístico dentro del parque fue el más económico que existía. No sé si habrá tenido que ver esto en el hecho de que, a los cincuenta o sesenta kilómetros de haber entrado al parque, el camión que nos llevaba se paró y no funcionó más. Un desperfecto que nos ocasionó por un lado un calor insoportable por varias horas, ya que el servicio de remolque y mecánica quién sabe por qué tardó cinco horas y por otro la posibilidad de ver con detenimiento a una divertidísima manada de Impalas, que son como una especie de ciervos, que llegaron a pastar al lado de nuestro colectivo durante todo el tiempo que estuvimos parados. Es una mirada positiva ya que los animalitos no hacían nada más que comer.
Después de arreglados los desperfectos y despidiéndonos de los ciervos, por los inconvenientes pasados, los organizadores nos regalaron una estadía con todo incluido por el resto de la tarde en uno de los paradores del parque, que incluía pileta, comida, bebidas y varios souvenirs de simpáticos animalitos. El calor apremiaba y más de uno de los compañeros del tour, relajados en torno a la pileta, habría tomado alguna copa de más. Esto influyó directamente en el safari nocturno de ese día, ya que los chóferes tuvieron que parar mas de diez veces para que el grupo haga sus necesidades. Lógicamente, estas paradas sumadas a los gritos de los más entusiastas compañeros de viaje, llevaron a que no pudiéramos ver absolutamente ningún animal. 
Al otro día las cosas cambiaron desde temprano. En la salida vespertina, pudimos observar una gran cantidad de elefantes, jirafas, monos y cebras. Después, al caer la tarde y siempre sobre nuestro colectivo, alcanzamos ver cocodrilos e hipopótamos en las costas de uno de los tantos espejos de agua del parque. Sinceramente, hasta ese momento no me podía quejar ya que los animales que veíamos eran realmente impactantes, principalmente por el hecho de verlos andando libres y a muy corta distancia. Pero sentíamos que faltaba algo. 
Al día siguiente le planteamos al coordinador que queríamos ver sí o sí rinocerontes y leones. Ok dijo el tipo y salimos bien temprano. Nos encontramos con unos rinocerontes que parecían tanques de guerra: nunca veré un dinosaurio pero entre la sensación que provocan  los cocodrilos y los rinos, tranquilamente uno puede imaginarse como eran. 
- Clarence, pasame la mostaza!
Hasta acá todo bien, pero faltaba el plato fuerte. Los leones. Panteras no íbamos a ver porque se ven solo en la oscuridad y, con el lío que se había armado la noche anterior, se negaron a llevarnos nuevamente en un night tour. Pasamos todo el día de aquí para allá buscando, buscando y nada, no pudimos encontrarlos. Hasta que unas horas antes de que termine el tour, llamaron por radio y nos dijeron dónde los podríamos ver. Cuando llegamos, nos encontramos con una manada de leones que estaban merendando con una jirafa que yacía muerta. Eran de un tamaño descomunal, el doble de las que ve uno en un parque zoológico o en el circo. El tamaño de las patas y la cabeza desgarrando al otro animal era impresionante, de vez en cuando miraban a al grupo y rugían de una manera que me temblaban las piernas. Aclaro, de dos saltos se suben tranquilamente a cualquier camión, sin importar el tamaño. Por suerte nada pasó y también aclaro que, por las dudas, en el camión viajaban dos guardaparques con armas cargadas para frenar cualquier ataque.
En fila india por la selva, como un
casting de presas para los leones.
En Nepal, en el Chitwan National Park, la cosa fue distinta. Al llegar, noté que no había ningún vehículo para nuestra expedición, solo un joven con un palo. El amigo después de saludarnos con el tradicional NAMASTE, que significa algo como que Dios esté contigo, nos sentó en círculo y nos contó que íbamos a recorrer caminando parte del parque y como reaccionar ante el avistamiento de animales. Si vemos una manada de ciervos, seguimos tranquilos para no espantarlos, si vemos monos tomamos firmemente nuestra pertenencias para que no nos roben. Hasta allí iba todo ok. Luego, la cosa se puso fea. Si vamos cerca de la costa del río, ojo que hay cocodrilos (son rarísimos) y tratan de morderte las piernas para llevarte al agua, con los osos (sloth bear) hay que agacharse decía, ya que si se ponen nerviosos te desgarran la cara. Hay Dios donde me metí, pensaba mientras el maestro proseguía. Si vemos rinocerontes hay que salir corriendo y treparse rápido a un árbol porque te corren y cuando no te ven, no te persiguen mas. Instintivamente salio de mi la pregunta mas ingenua de todas, y si vemos un tigre. Ah si, contesto nuestro guía, si vemos un tigre NAMASTE.
Finalmente, vimos a todos los animales. Inclusive tuve que trepar a un árbol pero, por suerte, dios estuvo conmigo ese día y de los tigres vimos solo las huellas.

Ramón Herrera.

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