jueves, 16 de agosto de 2012

Doce años es mucho tiempo

Los medios no le están dando gran relevancia al juicio por las coimas en el senado, denunciadas hace doce años. No leíste mal. Hace una docena. Pero nosotros entendemos que es el tema más importante seguramente de todo el semestre, aunque no es urgente. Eso está más que claro.
Como sus protagonistas ya no tienen la trascendencia política que alcanzaron en su momento, hoy el peso es mucho menor y no se le da ni bolas. Ni el mismo gobierno lo pone en agenda.
Esta vez parece que De la Rua no
va a encontrar la salida.
Ahora vayamos a la cuestión en particular. El caso tiene un arrepentido, el pibe que mandaban a buscar la valija con el dinero. Ocho acusados, entre los que están el arrepentido, el expresidente De la Rua, el ex jefe de la Side, un ex ministro y cuatro ex senadores peronistas. Lo que se investiga es el pago de una coima de cinco millones de pesos (en aquel momento pesos = dólares) para que se aprobara una polémica ley de flexibilización laboral, que tiempo después de sancionada fue derogada.
Posiblemente, la mayoría de los argentinos coincidimos en pensar que el arrepentido, que era un asesor político en ese momento, se habrá dado vuelta - traicionando finalmente a los suyos - porque no habría recibido su parte. De solo escucha sus declaraciones uno da cuenta de que no tiene ningún argumento válido para pasarse al bando de los buenos, entre otras cosas, porque está casi vacío. A menos que no le hayan dado lo suyo, insistimos. Lo cierto es que mandó en cana a todos. Bueno, veremos si van en cana.
Este caso, famoso por publicitar el uso de la palabra banelco como referencia al pago de coimas y por ser la causa principal de la renuncia del vicepresidente Chacho Alvarez - y esta última el final de la Alianza, que afecta directamente al ex presidente De la Rúa, podría marcar un tiempo nuevo en la línea que deben tener los políticos en sus actos como funcionarios del estado y representantes del pueblo.
Ex ministro de trabajo, ahora con onda
paz y amor, habría colgado la túnica
y alquilado ambo para la ocasión.
Mucha gente ve al ex presidente como una persona que ya pagó sus errores con el solo hecho de convirtirse en el hazme reir de gran parte del pueblo argentino (recordar lo sucedido en el programa de Tinelli), con su escape de la casa rosada y con la escasa imagen que le quedó después (cómo olvidar el "dicen que soy aburrido"). Lo que también habría que intentar ver son los alcances que tendría el dejar sin sanciones a actos como estos, tanto para el lado peronista como para el radical. Hoy los políticos se creen intocables. Y lo son porque todos los argentinos lo permitimos, desde cómo actuamos en las instituciones. Nadie paga ni se hace responsable de sus actos. El "no pasa nada" es moneda corriente y parte de la filosofía de los políticos. Y desde allí, a través del ejemplo, se genera una especie de bajada de línea al resto de los mortales. Si otra vez no pasa nada, estaremos consolidando esa idea de cómo son las cosas en Argentina.
Esta es una oportunidad para que las cosas empiecen a ubicarse en los lugares a los que pertenecen. Te mandaste una, poniendo. Si te toca estar un tiempito tras las rejas, adelante. Si tenés que vender alguna propiedad para pagar por tus derrapes, ponele el cartel. Como un ejemplo, pero de justicia y de límites: a nadie le importa la sanción en sí misma sino el significado de que exista una condena a los que son responsables.
Habría suficientes pruebas para que la cosa llegue a buen puerto, esto es para que haya condenas. Esperemos, es una expresión nomás porque después de doce años, uno más uno menos, esperemos que el juicio prospere. Estas personas le hicieron mucho mal a todos los argentinos y se fueron ilesos. No olvidemos cómo terminamos al año siguiente, fuimos todos los que pagamos sus cagadas.

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