Todos desde chicos nos hemos creído Miguel Ángel, Rafael o Boticelli y pensado que éramos capaces de hacer una especie de Capilla Sixtina en nuestras casas, pintando con crayones, lápices o bolígrafos el pasillo que va al baño, el garage o (algunos más rebeldes) el cuarto de nuestros padres.
Este chico siguió manteniendo esta conducta, la cual no se la libera, y sigue dibujando habitaciones a mano alzada, con un simple remarcador. ¿Los resultados? Excelentes.
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