Llegué desde Chile con muy malas referencias y no en relación a lo estético, sino al problema social. Era el verano de 1993 y de Perú se escuchaban solo dos cosas: los ataques de sendero luminoso y el terrible fantasma del cólera. Yo escuchaba todo y no sabía qué hacer. Por un lado, el miedo a la enfermedad y al terrorismo. Por el otro, todo lo leído y estudiado de los incas y sus enigmáticas construcciones que, en definitiva, era lo que me había llevado hasta allí.
Las chichis del convento, posaron para foto con Ramón (en el medio, al fondo) |
Cafetera en parada técnica. Ramón, tratando de escapar, con cartelito de destino "A donde usted vaya". |
Abimael: quiero carne argentina! habría dicho y los terros le buscaban un turista. |
El viaje pasó sin inconvenientes mayores. Durante el mismo me hice amigo de un vasco dueño de un bar en Bilbao que recorría las tierras incaicas y que tenía alguna afición por la ETA, por lo tanto no veía con malos ojos a los de sendero luminoso. De hecho, me contó que estaba seguro que habría etarras escondidos en la selva boliviana y que, si nos paraban, me quedara tranquilo que él hablaría con los terroristas y que no pasaría nada. Mi sensación de terror aumentaba, más hablaba con el vasco, más miedo tenía. El pico máximo fue cuando, en una parada técnica, adelante de nuestro colectivo se paró un camioncito que llevaba en su parte trasera cinco o seis caballeros con fusiles. Chau, pensé, se terminó Ramón El vasco dormía, hablaron amistosamente con el chofer de nuestro bus y se fueron. Respiré aliviado. Cuando le conté a mi compañero sobre lo sucedido se ofendió porque él quería bajar a hablar con los señores terroristas. Gracias a dios no se despertó en aquel momento.
Chofer y terrorista de Sendero, rumbo a una charla de autoayuda. |
Cansado y estresado llegué a una de las más maravillosas ciudades que visité y a la que ansío volver, como también a todo el Perú, sobretodo para recorrerlo más relajado, sin la sensación de peligro que opacó un poco mi estadía por ese fantástico país.
Ramón Herrera.
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