jueves, 20 de septiembre de 2012

Último lío para la Iglesia: Jesus habría tenido esposa

Es sabido que la iglesia viene a los tumbos en estos tiempos modernos. Para sumar males, en estos días se hizo público la noticia de que Jesús estaría casado. Porque habría una científica investigadora que tiene en su poder un papiro del siglo IV en el que está escrita una leyenda parte de un texto que habla "de Jesús y su esposa". Esto probaría el estado emocional que tendría Jesús en los finales de su vida terrenal y complicaría todavía más la ya casi insostenible negación sobre muchísimos aspectos relacionados con las bases de la creencia en la Iglesia católica.
La esposa del sacerdote gozaría del
perdón permanente, pero al cura
no le gusta mucho esa idea.
Que el hijo de Dios tuviera pareja pondría en una situación completamente diferente a los sacerdotes y al voto de castidad que profesan (esto es una forma de decir). Le quitaría parte del argumento y ofrecería nuevas posibilidades para el futuro: podrían crear un hogar, tener hijos, tener los problemas de las familias comunes y corrientes. Y un montón de otras cotidianas de muchos de los humanos que habitan este planeta. Como hacen los sacerdotes protestantes.
Lo que, seguramente, no afectaría en nada el liderazgo espiritual que hoy profesan y hasta lo revalidaría, como si fuera un aggiornamiento necesario a las costumbres de estas épocas. Y por qué no decirlo, también vendría a mejorar muchas situaciones de abuso de menores, perversión y desvíos morales, que la misma iglesia se encarga de condenar, aunque muy pocas veces lo hace en realidad. Sin ir más lejos, de cerca nos tocan casos como los de Storni, el ya fallecido ex monseñor que fue condenado por abuso sexual a un seminarista (el único probado) y que después fue absurdamente absuelto, al ser anulado el juicio al que fue sometido. O el increíble y aberrante caso del cura Ilarraz, del Seminario de Paraná, Entre Ríos, que abusó de más de cincuenta chicos y nunca fue denunciado ni mucho menos juzgado por sus delitos graves en la justicia. Al punto que estaría profesando su rol de religioso en otra provincia. A este tipo, la misma Iglesia, ya con conocimiento de los hechos, lo habría enviado al vaticano, donde hasta habría llegado a escribir un libro sobre los chicos y su rol de misioneros para estos tiempos. Espantoso es todo el relato de este caso de abuso, al forma de operar del cura, de abordar a los chicos. Un caso del que la Iglesia no solo supo sino que investigó con minuciosidad y a la vez ocultó a la justicia argentina (más datos de este caso aquí). Y como este, se repiten cantidad de situaciones a lo largo y a lo ancho de las tierras ocupadas por la Iglesia católica, en todo el mundo.
El Proyecto Lugo habría fracasado:
pudo ser buen cura, buen presidente y
buen padre de familia. Pero no.
Tal vez, si los curas fueran suficientemente libres de tener su propia intimidad, sin tener que rendir cuentas de nada personal, como todas las demás personas, es posible que muchos de los casos antes nombrados no hubieran tenido lugar. Es probable que muchos niños no habrían sufrido ni comprendido como algo normal los traumas que tuvieron de chicos y que, algunos, también repitieron de grandes.
Otra de las cuestiones estaría en que, si Jesus tuvo una esposa, posiblemente haya tenido hijos. Lo que generaría un árbol genealógico que, quién sabe, hasta podría llegar a nuestros días, como contaba el libro Santa Sangre en el que Dan Brown basó algunas ideas para su best seller El Código Da Vinci. 
Algunos ya experimentarían en ambientes
familiares por si se probara lo de Jesús y
 la Iglesia diera rienda libre. Siempre listos.
Por supuesto que todo esto iría en contra de años y años de una filosofía espiritual que resalta el sufrir para merecer y la culpa para ser castigado (o controlado). Aunque la Iglesia va haciendo algunos pequeños cambios, la sociedad le exige mayor profundidad en sus modificaciones y determinarse más en comprender a la ser humano actual y adaptarse a su nueva forma de vida en vez de decirle cómo debería actuar según las costumbres de una Iglesia católica con más de dos mil años de antigüedad.
Algunos voceros de la Iglesia ya se pronunciaron en relación al caso del papiro encontrado hace pocos días, pero niegan la autenticidad del mismo. Lo hacen de manera difusa, total o parcialmente, como un mecanismo habitual de pronunciación institucional, nunca con precisión, para dejar abierta la posibilidad de acomodar su posición a la conveniencia del momento y la situación.

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