El miércoles era otro de esos pocos días en los que podíamos mostrar algo de nosotros a todo el que le guste el fútbol, viva en Helsinki o Bangladesh (seguir los Trip Tours de Ramón da letra). Y más, una revancha, un partido en el que nos íbamos a desquitar por una, digamos injustamente, injusta derrota cuando la semana pasada fuimos de visitantes. Está bien, era con seleccionados locales, con jugadores de cada liga. Pero ellos tienen a Neymar. Igual, los íbamos a reventar.
- Un empleado olvidó pagar la boleta de la luz. No volverá a pasar, lo aseguro. |
La frustración es lógicamente de todos los argentinos y, realmente, los que fueron a la cancha son los que menos importan. Son todos los argentinos, que pasamos un gran papelón internacional.
El gobernador de Chaco y presidente del club dueño del estadio, el Sr. Capitanich, que sumó otro fracaso a su lista (no olviden con la señora que supo estar casado, creemos que él debería considerarlo así), se excusó sueltamente pero con notada angustia diciendo que se habría pinchado un cable. Como si fuera una manguera vieja. Sin considerar que cuando eso sucede es porque está mal calculada la instalación, o son de baja calidad los materiales, o está mal ejecutada la obra. Como sea, no es una situación accidental, es un problema humano, de control, de mantenimiento, y en este caso, un problema bien chaqueño.
Poca gente. Se ve que conocían al encargado de Mantenimiento del estadio |
Seguro que la idea de Fútbol Para Todos también es llevar los eventos deportivos a todo el país. Lo cual está muy bien. Pero no por eso se tiene que permitir la organización de estos partidos en cualquier lado. Debe haber un estándar mínimo, que Chaco demuestra no tener. Por eso, se puede pensar que esto debe haber sido algún favor, una atención, un guiño político. No lo entendemos de otro modo. Tampoco queremos imaginar el fiasco político que le toca levantar al gobernador, no debe haber dormido estas últimas noches.
Y los organizadores también tienen lo suyo. Por aceptar estas condiciones. Ahora tendrán que hacerse cargo, imaginamos, de los daños y perjuicios. Estos eventos se comercializan como derechos de televisión a varios países y, en estos, a varios canales de varias ciudades. Y estos venden publicidad para pagarlos. La tevé en Argentina es cara con cuarenta millones de habitantes, imaginen lo que cuesta en Brasil, que tiene ciento ochenta millones.
Como sea, este es otro papelón argentino a nivel internacional, este más relevante que la mayoría de los que venimos haciendo en distintos ámbitos. Esperemos que nos sirva de experiencia.
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