Los hechos que están sucediendo en los últimos tiempos en
Argentina, vinculados con el narcotráfico y su accionar en el país,
hacen pensar que estamos siguiendo el mismo camino que Méjico y
Colombia, donde los narcos comenzaron a expandirse y lo hicieron hasta
ocupar espacios
de poder, desde donde llegaron a financiar campañas politicas, bancar
jueces, infiltrar
gente en la policia, hasta tener el dominio total de la situación, al
punto de poner de su lado a comunidades enteras.
En estos días apresaron a un capo narco internacional que vivía en el
país desde hace un año, y desde donde operaba en una red internacional.
El tipo, que era colombiano y buscado en todo el mundo, habría
encontrado acá las mejores condiciones para ir y venir sin ser
detectado, usando distintas identidades, domicilios, vehículos. Lo
curioso es que se había instalado con su familia, su mujer y su pequeño
hijo, ambos también con identidades falsas. Lo que implica que habría
encontrado o generado buenas condiciones y suficiente tranquilidad para
que esto sucediera.
Por otro lado, en la provincia de Santa Fe, bajaron al número uno de la
policía justamente porque una investigación lo vincula con una
organización narco de esa provincia, más específicamente de Rosario, que
tendría estrechos lazos con la fuerza. La que daría trato especial y
colaboración a la organización. En escuchas telefónicas publicadas en
algunos medios, además de fraguar las actas y falsear los procedimientos
oficiales para beneficiar a un traficante local, se denota el trato
cálido y especial que habría entre este y la policia. Lo que muestra que
actuaban de ambos lados con total impunidad y desprecio por las leyes,
las obligaciones institucionales y la ética. Y con el visto bueno de los superiores.
Yendo más atrás, recuerden a los argentinos que fueron detenidos en
España, en un avión particular que llevaba una tonelada de cocaína. Los
hermanos Juliá, que todavía no fueron vinculados a algunas red argentina
y que esperan ser juzgados en aquel país en pocos días, abusaban de
ciertas relaciones de poder, salteando controles en los aeropuertos
argentinos.
Un poco más lejos todavía, recordemos la detención de Segovia, un
vendedor de efedrina a los carteles mejicanos, que cayó preso en Rosario
como resultado de una investigación que venía siguiendo todas las
etapas de la producción y comercialización. Segovia se movía por su
ciudad sin la menor cautela, manejaba una Hummer y un Rolls Royce, y se
exhibía impunemente.
A lo que sumamos los asesinatos en el estacionamiento de un shopping de
Buenos Aires de dos colombianos y hasta el triple crimen, hace más
tiempo, cuyas víctimas, involucradas también en la comercialización de
efedrina para la producción de drogas, fueron aportantes directos de
fondos para financiar la campaña de Cristina a través de laboratorios medicinales.
Estos y más hechos, a lo mejor de menor envergadura, muestran una
situación que está avisando el camino en el que está el país en relación
al narcotráfico. Hoy, Argentina está ocupando un lugar no solo de
consumo y de tráfico sino también de provisión de insumos, de producción
y hasta de lavado de dinero. Pero ¿por qué la sociedad permite el
desarrollo de este flagelo? A lo mejor es tan simple como entender por
qué pensamos que los políticos son todos, entre comillas, unos corruptos
o por qué no condenamos socialmente a aquellos que delinquen
principalmente en lo económico. La sociedad se hace la que no ve. La que
no sabe. Así todos, hasta los políticos tratan de desvincularse de los
hechos que los pueden afectar. "No sabía que estaban investigando a
Tognolli", dijo el ministro de seguridad de Santa Fe. Si no sabés vos, quién da la orden de que lo observen. "Yo veía que
andaba con varios autos último modelo, pero como parecía buen chico",
dijo uno que trataba habitualmente al pibe narco de Rosario.
En estos días, un diputado habló de narcosocialistas, aprovechándose de
la situación en Santa Fe. La mayoría de los que se sintieron tocados saltaron por sus dichos como si
fuera satanás. Aunque creemos que no fueron las palabras más indicadas,
lo que no debemos dejar de ver es el verdadero fondo de la cuestión: el narcotráfico está cada día más inserto en la república argentina. Si
no lo hacemos y lo empezamos a condenar, a perseguir, a denunciar, podremos quedar sometidos a este
nuevo poder, que se expande por todo el mundo a fuerza de presión,
dinero y finalmente mucha sangre.
viernes, 2 de noviembre de 2012
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